jueves, octubre 29, 2009

Perdido entre Rostros

Entre cada mirada irreconocible con una nueva cara, algunas más feas que otras, y cada cuerpo envuelto con vestuarios de infinitas formas y colores, temo disfrazarme y no poder reconocerme en un espejo nuevamente, así perdiendome en el eterno abismo del adiós y olvido.
martes, octubre 27, 2009

Perpendicular

Alguna vez te has mirado
en un espejo sin fondo,
sin fin ni mundo,
sin huellas de unos suaves labios.

Alguna vez has pensado
en lo que no sucedió
y quedaste atrapada
en un adiós cualquiera.

Alguna vez te has escuchado
mientras cantas en la ducha,
o con tu aguda voz,
cantando hacia el vacío.

Alguna vez has sentido lo
que dicen las palabras,
cuando estas en la lejanía,
sabiendo que nadie te encontrará.

Aunque todos sabemos que te has quedado
escuchando aquella melodía melancólica,
pensando en el ayer,
mirando en lo que fue,
sintiendo lo que siempre te hará falta.
martes, octubre 20, 2009

Calla Mano, Calla

Algunas veces me pregunto cuando será el momento de poder dejarlo todo, y yo con éstas ganas de escribir y tantas, pero tantas, cosas que explicar, pero sin escribir nada de lo que enserio quiero decir! Me sofoca y desespera!
Con razón el agua de la pisina se siente tan calida cada vez que me hundo, y me dejo ir al fondo, pensando...
sábado, octubre 17, 2009

Suave como el Aire

Cómo me alegro de verte, de poder mirar esos ojos; siempre brillando en la oscuridad. Que me tranquilizan, me calman por dentro. Cada bocanada de aire se siente menos espesa, más fresca, más pura, sí, eso más pura. Sera que fue todo simple coincidencia haberte encontrado. Mis pensamientos se exparsen cada segundo cuando estoy cerca de tí. Éstos se apropian de mí, dandome esa dulce nostalgia, aquella peligrosa nostalgia. Ahora el mundo se ve mas tranquilo, con menos complicaciones, porfin, puedo reir y sonreir y disfrutar. Que hoy el día se ve mas iluminado, y las sombras menos agresivas. Dame tu mano, qué suave, que ahora me siento más seguro que todo ocurrira como debe ser. Con tanto tiempo desperdiciado y ahora con tanta felicidad, poca complejidad. Que tu piel cada vez está mas suave, mas ligera, como el aire.

Y éste ambiente, que espera, que busca, que encuentra, sigue preguntandose con quien habla.
miércoles, octubre 14, 2009

La Simplicidad de la Suerte

Deja que los dados giren mas,
hasta que súbitamente se detengan,
y ya todos sabremos
que no quedaran en tu cuadro.
Pues el color rojo nunca les agradó mucho,
y las palabras dulces le resbalan,
con las otras miradas,
que definitivamente no vienen de un cuento de hadas.

Si has de alguna vez jugar con dados,
pide a alguien mas que te los sople.
domingo, octubre 11, 2009

Obsesión Inversa

Ya me cansé, estoy harto de tí. Cada vez me sigues, me acosas, me estresas. Estoy cansado de tus maneras de actuar, de mirar y de pensar, siempre crítica y obsesiva. Miro hacia un lado y te encuentro, miro atrás y te veo, miro hacia arriba y te encuentro en un parapente volando encima de mi cabeza. Déjame respirar, que tu oxigeno de carbono no me ayuda ni un poquito. Siempre andas detrás de mí, con tus pequeños y difusos ojos encima mio. No entiendo cuando descanzas, y te relajas. Llamas por la noche y por el día y por la tarde y a toda hora. Me visualizas en las nubes y me cuentas historias juntos. Tus pensamientos son monótonos y cansancios. Piensas en lo que haremos mañana cuando vayamos al parque, o qué pelicula estarán dando. Tienes un mundo organizado y te fascina vigilarme cuidadosamente. Algunas veces quiero escaparme de tu mirada, cerrarte los labios, e irme lejos, muy lejos, de tus suaves manos. Sigues y sigues y no cambias, por qué no miras un momento al cielo y repasas el momento sin seguir mis saltos. Cada vez que te veo te emocionas y me emociono y hablas y me callo. Me asfixias con las palabras y las múltiples evasivas miradas diarias. Me hartas y me oprimes. Y sin decir lo tanto que me desesperas.

Y hoy no te veo. Tus miradas desvanecieron. Miro rápidamente atrás y no encuentro tus ojos, ni tu rostro, el cielo anda claro sin ningún pequeño punto volando. El aire está fresco, pero sumamente frio, congelando mis pulmones. No he escuchado tu palpitar en mi cuerpo, ni una sola vez. Tu suave rostro está ausente y tus finos labios callados. Ninguna llamada, ni la más remota posibilidad de un pequeño timbre que suene con ecos en mi cabeza. Te busco evasivamente, corro sin encontrarte, miro atrás, nada, miro arriba, y con solo el aire me encuentro. Me estás poniendo nervioso, me monto en un parapente en el aire, buscandote con unos binoculares pesados y negros. Los edificios me quitan toda visibilidad, y la sombra de los árboles no me dejan pensar. Te veo en cada nube, en cada pájaro. Entonces corro nuevamente, me dirijo a tu casa, está vacia, ningún rastro de tu existencia. Grito tu nombre para que de un eco en cada cuerto de la ahora iluminada ciudad. Leo tu nombre en cada pared, encuentro tu esbelta silueta en cada esquina, oigo voces pero en ninguna la tuya. Ahora no te encuentro y te busco, te prometo que te buscare toda mi vida, pero tan sólo no me digas que aprendí ésto de tí.
jueves, octubre 08, 2009

El Último Suspiro

Las luces de la ciudad brillaban con gran intensidad, de diferentes tipos de tonos y colores eran reflejados en mis cansados ojos llenos de insomnio. El ligero soplo de aire que susurraba en mi oído, creando varios escalofríos, los cuales se multiplicaban cada vez más y se extendían por mi piel, por mis delgadas venas; sentía como se tensionaba cada músculo de mi cuerpo. Mi torso rígido se inclinaba al borde de la baranda, suave y cuidadosamente, sintiendo miedo, como veneno que recurría todo mi cuerpo, mientras se me erizaba la piel como un golpe de adrenalina. Un sentimiento de desgracia y decepción era mi único acompañante en mis últimos suspiros. Decidí volver a inclinarme; solo para retarme a mi mismo, repitiendo este movimiento una y otra vez. Aun sentía la presencia espectral de un ser el cual desconocía detrás mío. Entonces volteé mi rostro para observar quien se ocultaba, pero para mi alivio no se encontraba nadie, solo se encontraba la oscuridad. El sol se apagaba mientras era absorbido por las montañas como un remolino, el cual parecía succionarlo velozmente, mi último atardecer me dije a mi mismo con una voz amargada.

Deslicé ligeramente mis pies descalzos por la delgada baranda que definía mi último suspiro, el temor del arrepentimiento me perseguía, espantándome. Intentaba no recordar sus suaves labios rozando mis mejillas, inevitable. Pero aun así quería olvidarla, como la detestaba. La súbita imagen de los amantes recurrió mi mente perturbada, acariciándose; sentía el ardor en mi pecho con solo imaginarlo. La oscuridad me proclamaba, me pedía que la siguiese, acompañada por la noche. Podía recordar cuando viajaba las luces de la ciudad en el cielo a kilómetros de distancia, saludando a los cansados viajeros hacia sus hambrientos brazos, lista para devorarlos vivos. Estas luces ahora reflejadas en mi rostro aun más intensamente, los susurros del viento continuaban sin concluir en mi helado oído, el cual solo sentía los sonidos de las acaricias de los amantes.

Entonces sentí un impulso de adrenalina, preparado me asome hasta la mas minúscula orilla, sin aviso sentí una aguda sacudida, mi cuerpo débil del dolor temblaba ante la situación. Volteé el torso nuevamente para ratificar que no hubiera nadie observándome, mis ojos humedecidos se detuvieron al observar una mancha de color negro en el suelo, una especie de sombra, pero no se movía, paralizado me detuve y espere que solo fuera una clase de imagen creada por mi cerebro engañado. Sin moverse, simplemente la ignore, además no tenia la silueta de una mujer, desinteresado me volteé y miré al vacío.La temida calle era recorrida por toda clase de personas, mujeres con bolsas, las cuales parecían ser de arroz, blusas de todos los colores y tamaños, verduras, vistiendo vestidos cortos y largos, de colores rojos, verdes, amarillos, morados, rosados, negros, blancos, otras con camisetas rasgadas y sucias de polvo, hombres sudados, podía oler desde arriba ese desagradable hedor que estos emitían. Los odiaba a todos, hasta a los niños y niñas que pasaban corriendo hacia sus casas para comer, temiendo de encontrarse a algún asesino en los rincones oscuros, todos tenían algo similar, todos con una cara atontada de simpatía y negatividad que expresaba esta triste ciudad. Pero a quien más odiaba era a mi mismo, más que a esa despreciable mujerzuela de labios rojos y mejillas coloridas. Sabia que era el momento, sentía que me empujaban por detrás, pero nadie andaba abajo para rescatarme.

Me incliné por última vez esperando verla, a su cuerpo inerte en el suelo ensangrentado, no la encontré. Y miré y seguí mirando en la lejanía y no te vi, ni tus brillantes par de zafiros, nada. En ése momento me pregunte que será el último pensamiento de las personas, será un beso robado, un regalo, una caricia, un viaje, un paisaje. Sin mas que temer me deslice hacia delante para averiguar cual seria el mío. Todo en suspenso y en silencio, mi corazón corría como en una carrera, gire mi rostro hacia la esquina fantasmagórica, ahí fue cuando diferencié a un hombre en el rincón vigilándome. Mi rostro lleno de serenidad causado por el roce de aire sobre mis ojos, labios, mejillas, nariz y oídos. Pero aún al momento en que faltaban milésimas para caer al suelo distinguí a ese misterioso hombre que me estaba observando, curioso, sin habla, me miraba fijamente, inmóvil, sin siquiera intentar evitar mis acciones. Sin darme cuenta, había observado mi propia muerte desde un rincón aislado del mundo, desolado, sombrío, oscuro e infeliz. Pero aún más importante sin querer detenerla.