Calentando el Alma, gracias.
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Los rincones del gran amanecer en un día frío con nieve suelen ser los más rojos y brillantes de todos. El calor del sol en mi piel es más intenso que lo normal. Los ojos adormecidos se van abriendo, maravillandose por lo que los rodea. Los árboles en su esqueleto, demuestran cierto confort por la brisa que los mueve solapadamente. La banca en la que me encuentro sentado, remueve los cientos de musgos que la sujetan prisionera, preparandose a librarse con la dulce primavera. Mi ser es más alto, difuminandose con el blanco paisaje. Satisfecho por mi posición intento bailarle al tiempo. El canto del revoloteo de las alas de los pájaros retumban dulcemente en mi oído. La mente en blanco, escuchando con precisión mi entorno. Mis dedos no se congelan con la espesa capa de nieve en mis pies. Aunque las sonrisas blancas se noten menos con tal bastedad de copos volando por nuestros sentidos, se sienten más significativas y calientes al alma.
Hoy no me disculpo, los primeros retoños se asoman a mi sonrisa.
2 comentarios:
Nunca hay que disculparse por sentir así el amanecer.
Un abrazo
Me agrada aquel toque de belleza pura que ahí en esta historia, te invita a internarte en lo mas profundo de unos bellos sentimientos que te raptan y no te dejan escapar..
Felicitaciones
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