Por hoy ya me cansé. Esos nachos últimamente no saben a nada, siempre andan resecos y desabridos. Siempre con las mismas pendejadas. Y cada vez que uno intenta comerlos, el nacho le sale a uno cada vez más feo. Luego me da dolor de barriga. No siempre vale la pena sufrir por algo que no cambia. Pues hace un tiempo escuché que sólo uno mismo se puede cambiar, y así el resto cambia, pero supongo, que las cosas nunca cambian. Creo que ésta vez dejaré el plato para botarlo a la basura. Además, siempre he sido como malo con los quesos.
jueves, diciembre 03, 2009
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3 comentarios:
Exacto: el único modo de cambiar al otro (en la forma de relacionarse con nosotros)es cambiar nosotros. Y sino, siempre nos queda la opción de "elegir" otro "nacho" que nos deje mejor "sabor" (en la boca y en el alma).
Un saludo.
PD: este tamaño de letra está muy bien. Ahora sí es agradable leer.
Mejor forma para decirlo, imposible.
Aunque el problema residua cuando se da por vencido y se deja de intentar.
Este es mi favorito. Sencillo y divertido.
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