To the Black Seventeen.
For you.
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Las nubes me aclamaban en el instante en el que me subí a este extraño aparato, el cual se manejaba con unas cuantas cuerdas, todo en manos de una especia de tela, tenia la forma de una hamaca al revés. Me dijeron que me sujetara fuertemente, tenia los sentimientos mezclados, euforia con temor, como en el amor. Un hombre con un vestuario chistoso contó hasta diez, se suponía que tenía que correr cuando él dijera. Llegó el momento que esperaba, estaba muy ansioso. Mis pies avanzaron instantáneamente con el alarido de aquel insólito hombre, inclusive antes de que él me avisara ya se estaban moviendo, no podía detenerlos; ya que me habían avisado previamente que se debe arrancar con suficiente velocidad para no caer al vacío, cosa que no aspiraba. Cuando alcanzamos la velocidad suficiente nos elevamos instantáneamente, el escalofriante sentimiento del vértigo se apodero de mí por unos cortos segundos. Al estabilizarnos empecé a disfrutarlo, acordarme la razón por la que había venido: escaparme de la tragedia.
El suave roce del viento en mi rostro me daba la falsa tranquilidad de que todo estaría bien. Localice unas cuantas aves a unos metros de distancia de nosotros, pareciera que quisieran comunicarse conmigo, mientras hacían un dulce baile ante mis entumecidos ojos, consumidos por el llanto. El paisaje era maravilloso, pero aún así tenia un aspecto fantasmagórico, algo no encajaba en este cuadro. Extrañamente empecé a sentir la tristeza nuevamente, causado por la despedida de aquel ángel. Mi vida parecía una canción, cada latido una palabra, cada respiro una oración, pero aquel juego de palabras no me traían ningún tipo de consuelo. Intenté olvidarme de aquellos recuerdos, simplemente disfrutar el momento. Nos transportábamos por entre las montañas, unas más grandes que otras, unas más verdes, otras más opacas, como en la vida. Un repentino escalofrió se traslado por todo mi cuerpo, me encontraba siendo azotado por el viento, este aparato al que le había tenido tanta confianza, en este punto me sentí atemorizado, con el interminable temor de perder la vida. Entonces me di cuenta que esa demente idea no era una locura del todo, podría acompañarte, de pronto en otro lugar y tiempo tu rostro emergerá de nuevo.
Otra fuerte sacudida, podía ver como el aparato en el que había dejado mi vida se movía de un lado a otro. El rostro del hombre solo expresaba una sola cosa: el fin. Este horrorizado rostro aún me atormenta por las frías noches de lluvia. Cada latigazo originado en la tormenta a la que estábamos sometidos tenía un eco aun más grande en mi pecho, sentía como si se fuera a explotar, mi voz se esfumó; no podía gritar ni pedir ayuda, aunque cualquier forma de manifestar auxilio seria en vano. Cada vez nos acercábamos más a las montañas, me pareció curioso que lo que antes veía como algo sublime ahora me llamaban para consumirme vivo, aquel maniático llamado parecía seductor. Esos desgraciados cuerpos de tierra tenian un aspecto sombrio y oscuro de sueños rotos y anhelo muerto. La ausencia de toda razón, como bajo helada lluvia, resfrios míos, déjame el zoom. No tengo ganas de continuar, que me dejen caer de esta águila voladora, necesito sentir el aire en mi rostro mientras caigo, tranquilidad suprema, eso dicen. Tu rostro surgió en mi mente, por solo un instante el cual pareció hubiera querido que fuese eterno. Aún me cuesta entender como logre sobrevivir, ya que todo lo posterior a este acontecimiento sucedió tan rápido que no logre pensar, mucho menos procesarlo. De un momento a otro faltando centímetros para mi final nos elevamos fuertemente en el aire. Un grito de victoria proveniente del hombre que manejaba el parapente me confirmo que habíamos logrado escapar del remolino invisible de la muerte, desapareciendo con este la fuerte tormenta.
Cuando logramos estabilizarnos nos desviamos inmediatamente a nuestro destino. El alivio de seguir vivo fue enorme, la euforia me estrangulaba, dulce nostalgia. Los pájaros que había visto previamente seguían danzando como si nada hubiera sucedido, ya que por mucho que suceda algo, el mundo sigue, no para, no espera a alguien para que respire, mucho menos descanse. Una sonrisa la cual no soy capaz de encontrarle lugar de donde vino apareció en mi rostro aún aturdido por la experiencia; quizás aquella extraña sonrisa se desvió de otro cuerpo incrustándose en el mió, la escena tenia un aspecto irónico. En cuando el suspenso se detuvo razoné sobre como todo es de frágil, la vida por ejemplo. Con el primer soplo del ligero viento todo se mueve, como un tornado, pero aún no desaparece. Con el segundo, todo desvanece.
El suave roce del viento en mi rostro me daba la falsa tranquilidad de que todo estaría bien. Localice unas cuantas aves a unos metros de distancia de nosotros, pareciera que quisieran comunicarse conmigo, mientras hacían un dulce baile ante mis entumecidos ojos, consumidos por el llanto. El paisaje era maravilloso, pero aún así tenia un aspecto fantasmagórico, algo no encajaba en este cuadro. Extrañamente empecé a sentir la tristeza nuevamente, causado por la despedida de aquel ángel. Mi vida parecía una canción, cada latido una palabra, cada respiro una oración, pero aquel juego de palabras no me traían ningún tipo de consuelo. Intenté olvidarme de aquellos recuerdos, simplemente disfrutar el momento. Nos transportábamos por entre las montañas, unas más grandes que otras, unas más verdes, otras más opacas, como en la vida. Un repentino escalofrió se traslado por todo mi cuerpo, me encontraba siendo azotado por el viento, este aparato al que le había tenido tanta confianza, en este punto me sentí atemorizado, con el interminable temor de perder la vida. Entonces me di cuenta que esa demente idea no era una locura del todo, podría acompañarte, de pronto en otro lugar y tiempo tu rostro emergerá de nuevo.
Otra fuerte sacudida, podía ver como el aparato en el que había dejado mi vida se movía de un lado a otro. El rostro del hombre solo expresaba una sola cosa: el fin. Este horrorizado rostro aún me atormenta por las frías noches de lluvia. Cada latigazo originado en la tormenta a la que estábamos sometidos tenía un eco aun más grande en mi pecho, sentía como si se fuera a explotar, mi voz se esfumó; no podía gritar ni pedir ayuda, aunque cualquier forma de manifestar auxilio seria en vano. Cada vez nos acercábamos más a las montañas, me pareció curioso que lo que antes veía como algo sublime ahora me llamaban para consumirme vivo, aquel maniático llamado parecía seductor. Esos desgraciados cuerpos de tierra tenian un aspecto sombrio y oscuro de sueños rotos y anhelo muerto. La ausencia de toda razón, como bajo helada lluvia, resfrios míos, déjame el zoom. No tengo ganas de continuar, que me dejen caer de esta águila voladora, necesito sentir el aire en mi rostro mientras caigo, tranquilidad suprema, eso dicen. Tu rostro surgió en mi mente, por solo un instante el cual pareció hubiera querido que fuese eterno. Aún me cuesta entender como logre sobrevivir, ya que todo lo posterior a este acontecimiento sucedió tan rápido que no logre pensar, mucho menos procesarlo. De un momento a otro faltando centímetros para mi final nos elevamos fuertemente en el aire. Un grito de victoria proveniente del hombre que manejaba el parapente me confirmo que habíamos logrado escapar del remolino invisible de la muerte, desapareciendo con este la fuerte tormenta.
Cuando logramos estabilizarnos nos desviamos inmediatamente a nuestro destino. El alivio de seguir vivo fue enorme, la euforia me estrangulaba, dulce nostalgia. Los pájaros que había visto previamente seguían danzando como si nada hubiera sucedido, ya que por mucho que suceda algo, el mundo sigue, no para, no espera a alguien para que respire, mucho menos descanse. Una sonrisa la cual no soy capaz de encontrarle lugar de donde vino apareció en mi rostro aún aturdido por la experiencia; quizás aquella extraña sonrisa se desvió de otro cuerpo incrustándose en el mió, la escena tenia un aspecto irónico. En cuando el suspenso se detuvo razoné sobre como todo es de frágil, la vida por ejemplo. Con el primer soplo del ligero viento todo se mueve, como un tornado, pero aún no desaparece. Con el segundo, todo desvanece.