domingo, noviembre 08, 2009

Peligro de Escritor

Inspirada en "Letras Compulsivas", por Pablo Forero.
Sólo por si me demanda.
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Desde hace un tiempo tengo la extraña sensación de estar asechado por algo, o alguien. No estoy muy seguro de lo que sucede, ni me hes facil explicarlo, aunque en éste preciso momento tampoco es de mi agrado escribirlo así como así. Entonces fue cuando las manos se movieron y bailaban con el papel, el lapiz, corriendo y rayando, haciendo que aquel pedazo blanco, tornara de color gris, sí, gris. Cada bocanada de aire era un pulso para mis dedos, que escribian letras, letras con tildes y unas cuantas conjunciones. En cuanto a lo que escribia, lo escribia en tercera persona, sólo por si lo que le sucedia al personaje principal no me sucediera a mi.
Él, pobre hombre, sufría de intensos dolores, de morados, de gritos, de palabras. Estaba volviendose loco, aruñaba las paredes, los rostros se derretian. Gritaba su nombre y el suyo, como para no sentirse más solo. Pensaba, o al menos lo intentaba, pero todo le dolia, le rayaban la cabeza, como con un lapiz. Decidió salir de su pequeño cuarto..
Una puerta se escuchó abrir en mi tímpano.
..era sumamente canoso y magullado. Las tiendas no tenian nada, el parque permanecia mojado, el museo andaba solo, el museo le causaba más impresión que el resto, todo en silencio, aunque no se atrevio a entrar. Giró de vuelta al cuarto, de nuevo en su hogar, en su refugio, eso le emocionaba mas, sabia que debía llegar rapido.
Una puerta se escuchó cerrar en mis ojos.
Se encerró, y lloró, sabía que debía hacer algo al respecto, algo maravilloso, majestuoso, sí, algo que lo recordaran. Debía hacer algo de que lo amaran, no, mas bien de que lo odiaran. Debo confesar, como narrador de ésta historia, que el pensamiento de mi personaje no es tan simple como parece, sólo por el dato. No podía determe, las letras me tenian poseido y me manipulaban, veía palabras por todos lados, causando que no pudiera terminar hasta concluir ésta perturbada historia. Se acercó hacia la mesita de noche que tenia a la izquierda de su esquelética cama, su espalda le dolia. Una vez más gritó. Agarró el arma y se apunto a la frente, sabía, por experiencia previa, que oprimir el gatillo cuando apunta a su nuca no es muy conveniente. Respiró y aguantó el aire. Soltó. Giró. Gritó. Amó. Lloró.
Escuché un estallido en el cuarto donde se encontraba mi padre.
Hago un punto antes de que las palabras me devoren vivo también.
Punto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmm no se como sentirme si feliz de que mi mente haya inspirado a Mr. Daniel o furioso por ser tan copion y arremedar mis ideas! Pero supongo que me queda mejor optar por la primera opción.

Buena historia. :)

Anónimo dijo...

P.S sigue escribiendo y haciendo feliz a esos indefensos papeles...

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